El 2025 fue un año en el que las asociaciones productivas de San José de Urama, Dabeiba, consolidaron un proceso de crecimiento que se venía gestando desde el territorio. Las decisiones comenzaron a tomarse con mayor convicción, la organización interna ganó solidez y la voluntad colectiva de avanzar se hizo evidente en cada espacio de trabajo comunitario.En las reuniones, los convites y las actividades productivas se estableció un sentido renovado de propósito: las personas querían impulsar su propio desarrollo económico.
Capacidades organizacionales que abren camino a nuevas formas de trabajo

El Índice de Capacidades Organizacionales avanzó de 1,3 a 3, mostrando un fortalecimiento estructural que transformó la manera de operar de las asociaciones. La gobernanza se hizo más clara, la información se gestionó con mayor orden, las juntas directivas renovaron sus prácticas y la transparencia se convirtió en un eje de trabajo fundamental.
La apuesta por la equidad de género permitió equilibrar roles, mejorar la comunicación y fortalecer valores de corresponsabilidad, elementos que hoy hacen parte de la cultura organizativa.
A esto se sumó la consolidación de la marca panelera y la implementación progresiva de los Sistemas Participativos de Garantías (SPG), que aportaron calidad y coherencia al modelo productivo.
Ahorro y corresponsabilidad: una transformación financiera y social

El 91% de los productores participó en los Grupos Autogestionados de Ahorro y Crédito, donde el ahorro adquirió un valor colectivo. La comunidad estableció normas claras, fortaleció la transparencia y generó confianza entre los participantes.
El ahorro colectivo para garantizar las obligaciones tributarias del 2026 fue uno de los hechos más relevantes del año. Después de casi cinco años de sanciones recurrentes, la organización y la visión conjunta permitieron proyectar metas financieras antes impensables.
Los más de 15 millones de pesos ahorrados y los préstamos por cerca de 2 millones representan un logro económico importante, pero el avance más significativo se vio en la claridad, la seguridad y la tranquilidad con la que se realizó la repartición del dinero.
Aprendizaje técnico que transforma la práctica productiva

El 100% de los productores fortaleció sus conocimientos técnicos y productivos. Este proceso generó un cambio significativo en la forma en que se planifica, ejecuta y evalúa la producción.
La experiencia dejó de vivirse como una rutina heredada y comenzó a asumirse con un enfoque técnico, estratégico y orientado a resultados. Las unidades productivas —caña, hortalizas, ganadería— mostraron un manejo más consciente del suelo, un uso adecuado de insumos, integración de prácticas agroecológicas y una comprensión real de los costos.
Ese aprendizaje dio paso a decisiones más informadas y a un modelo económico más estable para las familias.
Ingresos que crecen con decisiones más maduras

El 49% de los productores incrementó ligeramente sus ingresos, pasando de $817.000 en 2024 a $828.000 en 2025.
Este avance, aunque moderado, confirma que las familias están tomando decisiones productivas más informadas, evitando pérdidas y caminando hacia modelos económicos más consistentes.
Convites, organización y trabajo colectivo: la fuerza que sostiene el desarrollo

Los convites comunitarios demostraron que la organización interna es un motor fundamental del progreso productivo.
En actividades como la adecuación de trapiches, la implementación del modelo de negocio de Asoagromur o las mejoras estructurales en las asociaciones, la comunidad mostró una capacidad ejemplar para organizarse según habilidades y tiempos disponibles; para apoyarse mutuamente y asegurar que los materiales entregados realmente se convirtieran en mejoras productivas.
Asoagromur, especialmente, evidenció cómo la participación activa transforma tanto el modelo económico como el tejido humano. Mujeres que antes no se sentían parte de los procesos tomaron un rol participativo, expresaron ideas, debatieron y fortalecieron su liderazgo dentro de la asociación.
La autonomía económica que nace desde la convicción

El mayor logro del año se reflejó en la capacidad de decidir con seguridad, tomar la palabra, cuestionar cuando era necesario y sostener procesos sin esperar instrucciones externas.
Cuando las personas comenzaron a organizarse, aportar su tiempo y actuar desde la convicción, quedó claro que la autonomía económica estaba arraigándose en el territorio.
Esa evolución interna —visible en la forma de expresarse, en las decisiones compartidas y en el compromiso con cada mejora— fue el signo más contundente de un proceso económico que se sostiene desde adentro.

