El enfoque de género en el componente de desarrollo económico se trata de un proceso de transformación sostenida que, aunque aún es incipiente, ya está dejando señales claras de cambio: mujeres que antes permanecían en silencio ahora alzan la voz, se hacen escuchar, toman decisiones, construyen vínculos de confianza y asumen nuevos roles en sus hogares y comunidades.

El enfoque de género ha sido transversal, desde los talleres que abordan temas como derechos, violencias basadas en género y rutas de atención, hasta los momentos en los que las mujeres conectan su rol productivo con el doméstico y comunitario. Esta reflexión les permite reconocer que su bienestar personal y su autonomía económica están interconectados.
Fernanda Montoya, Facilitadora Social, quien ha acompañado el proceso en territorio, describe con precisión los primeros indicios de esta transformación: “Se empieza a ver un mayor reconocimiento de sus opiniones y más seguridad al momento de expresar sus ideas, sobre todo cuando se trata de decisiones relacionadas con los productos o la distribución de tareas”.

Uno de los aspectos más significativos del proceso ha sido el fortalecimiento de habilidades socioemocionales. “Hay más disposición al diálogo, a construir en colectivo, y una mayor expresión emocional”, explica Fernanda. Las mujeres comparten sus historias con confianza, se escuchan, se cuidan entre ellas. La cohesión ha aumentado, y eso es un activo invaluable para la sostenibilidad organizativa.
Actualmente se evidencian cambios en la dinámica familiar y comunitaria. Algunas mujeres han empezado a negociar la distribución del tiempo en el hogar para asistir a reuniones, y en escenarios comunitarios han asumido roles de representación en juntas o actividades comerciales, como ocurrió recientemente en el mercado campesino.
Lo que se proyecta, es fortalecer más capacidades como el reconocimiento de derechos, la toma de decisiones, los vínculos de confianza y la construcción de redes de apoyo. Para asegurar su sostenibilidad, la idea es, mantener espacios seguros de diálogo, involucrar también a los hombres en temas de nuevas masculinidades y fortalecer la articulación institucional.